¿Cómo atender a 18.900 alumnos en nueve escuelas de secundaria con recursos limitados? Este es el dilema que encaraba el equipo encargado de gestionar la educación en el campamento de refugiados de Kakuma en Kenya. ¿Cuál fue su solución? Crear dos escuelas en una.
Como oficial de educación de Windle International Kenya, George Nandy se encarga de supervisar la educación secundaria en el campamento de refugiados de Kakuma y el asentamiento de Kalobeyei. La organización apoya y lleva acabo intervenciones en materia de educación en Kakuma que atienden a más de 180.000 personas refugiadas de Sudán del Sur, el Sudán, Somalia, la República Democrática del Congo, Burundi, Etiopía y Uganda. Su labor cuenta con el apoyo del Gobierno de Kenya, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y otros donantes y asociados.
George, que creció en una familia de 18 hijos con escasos recursos, entiende bien algunas de las dificultades que afrontan los alumnos refugiados.
“Yo he llegado aquí gracias a los sacrificios que un docente hizo por mí, para que fuera a la escuela, y tuviera uniforme y materiales de aprendizaje. Estoy obligado a ayudar”, dice George, que impartió clases en escuelas de Kakuma durante más de 6 años antes de asumir su función actual. “Trabajar en el campamento de refugiados me permite ayudar a estos alumnos vulnerables que tanto han sufrido y hacen frente a tantos desafíos. No obstante, al transformar su educación, podemos ofrecerles apoyo facilitándoles las competencias que necesitan para labrarse un futuro”.
Aprovechar al máximo los recursos disponibles contribuyó a transformar la educación en Kakuma
En la actualidad existen 21 escuelas de educación primaria en el campamento de refugiados de Kakuma, pero solo siete de secundaria. Antes de que George y el equipo emprendieran la tarea de transformar la educación en el campamento de refugiados en 2015, miles de alumnos se veían obligados a abandonar sus estudios porque sencillamente no había espacio suficiente para ellos.
“Ante el problema del aumento constante de la población estudiantil, nos reunimos con el entonces director ejecutivo de Windle, el Dr. Marangu Njogu, quien propuso el enfoque innovador de dos escuelas en una”, comenta George.
“El sistema aprovecha uno de los principales recursos a nuestra disposición, ‘el tiempo’”. Nos dimos cuenta de que, si dividíamos el día en dos, podríamos albergar en un edificio dos escuelas y el doble de alumnos. Cada escuela tiene su propio conjunto de docentes, dirigido por un único ‘director jefe’ que cuenta con el apoyo de dos directores adjuntos. Incluso los uniformes de los alumnos son distintos con el fin de asegurar que asisten a la escuela indicada”, explica George.
¿Cómo funciona el enfoque de las dos escuelas en una?
El horario de una escuela convencional va de 8.00 a 16.30, e incluye una serie de descansos breves y otros más largos, así como actividades deportivas y reuniones de sociedades y clubes. “En el sistema de dos escuelas en una, las actividades se comprimen, de modo que solo se utilizan seis horas”, explica George.
“La escuela matinal comienza temprano, de 6:40 a 12:20, e incluye dos descansos. Le siguen diez minutos para el cambio de escuelas. La escuela vespertina comienza a las 12:30 y termina a las 18:30”, señala George.
“Las actividades curriculares complementarias de cada escuela, como los deportes, clubes y sociedades, así como las reuniones, se planifican fuera del horario lectivo correspondiente. Por ejemplo, la escuela matinal realiza las actividades fuera del aula por la tarde; mientras que la escuela vespertina las realiza a media mañana”.
Los beneficios del sistema de dos escuelas en una
“El sistema de dos escuelas en una significa que no tenemos que buscar dinero para construir edificios nuevos”, comenta George.
“Las dos escuelas comparten las mesas, las sillas, las taquillas, las aulas, los laboratorios, la cocina, los retretes, las instalaciones para el lavado de manos, la biblioteca, los libros de referencia, las instalaciones de informática y tecnología de las comunicaciones, el patio de recreo, las instalaciones deportivas y los espacios de reunión”, añade George.
Este sistema innovador contribuye también a reducir la fatiga de los docentes.
“Algunas escuelas de Kenya utilizan el sistema de horario doble, según el cual los alumnos asisten a la escuela en dos turnos, pero los docentes permanecen en la escuela todo el día, lo cual resulta agotador. El sistema de dos escuelas en una les permite entregarse al máximo en todas sus clases”.
Un nuevo plan de estudios transformador requiere gran cantidad de recursos
Aunque la solución de las dos escuelas en una está facilitando el acceso de más alumnos a la educación secundaria en el campamento de refugiados de Kakuma, todavía se registra una proporción de estudiantes por docente extraordinariamente alta.
“La media actual es de 120 alumnos por docente. Así que estamos trabajando con el Gobierno de Kenya, los donantes y otras organizaciones para tratar de resolver esta situación”.
Reducir esta ratio será incluso más importante en 2023 cuando el Gobierno de Kenya empiece a implantar un nuevo plan de estudios basado en competencias. Este enfoque, en lugar de en las calificaciones, se centra en ayudar a los alumnos a desarrollar las competencias, los conocimientos y el talento que necesitarán cuando salgan de la escuela, ya sea para dirigirse a un lugar de trabajo o para realizar estudios de educación terciaria. Se centra en los alumnos en lugar de en los docentes, y permite a cada alumno progresar y adquirir competencias a su propio ritmo.
“Con atención especial a las destrezas en informática y tecnología de las comunicaciones, el nuevo sistema ayudará a los alumnos a prosperar en un mundo en constante evolución”, señala George.
No obstante, aunque el nuevo plan de estudios tiene muchos beneficios, requiere 30 alumnos por clase, y depende de que los docentes presten más atención a cada alumno.
“En la actualidad, empleamos a 335 docentes para un total de 18.900 alumnos, que siguen aumentando… El nuevo plan de estudios requerirá más docentes, aulas, laboratorios, tecnología, libros de texto y materiales de aprendizaje.
Para gestionar estas necesidades, dependemos de la generosidad de los donantes. Su apoyo nos permite construir y desarrollar escuelas para los niños refugiados de Kakuma, y brindarles la oportunidad de transformar su futuro a través de la educación”.
Pese a los desafíos, George cree que el enfoque basado en competencias dotará a los alumnos de las habilidades y el conocimiento que necesitan para desarrollar una carrera en el siglo XXI.
Los mediadores del futuro
Para George, garantizar que los alumnos disfrutan de acceso a una educación sólida no tiene por único objeto ayudarles a lograr medios de vida más seguros. Se trata también de garantizar que disponen de las competencias necesarias para contribuir de manera positiva a la sociedad.
“La educación desempeña un papel fundamental para la paz en el mundo”, comenta George. “Una buena educación empodera a los alumnos para que un día vuelvan a sus países, participen en la solución del conflicto y el mantenimiento de la paz, y se conviertan en los líderes del futuro”.
Puede consultar más información sobre la campaña #TeachersTransform [Los docentes transforman] en el marco de la Cumbre sobre la Transformación de la Educación.
Crédito fotográfico: John Cummings