Reimaginar el futuro: fomento de las capacidades de investigación y colaboración docentes mediante la reforma de los planes de estudios para su formación
El presente blog es obra de Maria Teresa Tatto de la Universidad del estado de Arizona y ha sido preparado para la Secretaría del Equipo Especial Internacional sobre Docentes para Educación 2030. Se publicó inicialmente el 23 de mayo de 2022 en el LAB de Ideas de los futuros de la educación.
Las perturbaciones mundiales, ya sean de carácter tecnológico, económico, social o ecológico, suponen un reto para la sostenibilidad de la educación. Para superar dicho reto es necesario adoptar nuevos planteamientos en torno a la forma de organizar e impartir la educación. En respuesta a tal panorama, la Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación ha elaborado un informe fundamental titulado Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación que recopila las aportaciones de alumnos, docentes, gobiernos y la sociedad civil. Con un espíritu de optimismo y oportunidad, el informe invita a las sociedades a que actúen con apremio a fin de orientar la transformación de la educación tanto ahora como en el futuro.
El papel de los docentes para reimaginar la educación
En el informe se pone de manifiesto la labor transformadora que los docentes desempeñan en la reinvención de la educación. Estos ejercen una función central en la materialización de la pedagogía y los planes de estudios, y sirven de mediadores de las oportunidades educativas en favor de la inclusividad y la sostenibilidad. El informe hace un llamado para que se fortalezca la docencia como profesión y los docentes asuman sus responsabilidades de las siguientes maneras:
- Trabajo en colaboración para ofrecer a cada alumno el apoyo que necesita para aprender.
- Impartición del plan de estudios a través de pedagogías participativas y cooperativas, gestionando al mismo tiempo las tecnologías digitales.
- Participación en la investigación educativa para reflexionar sobre sus prácticas y generar conocimientos.
El informe promueve el desarrollo docente como factor de continuidad que enriquece y dinamiza el aprendizaje y las experiencias para ayudar a los docentes a desempeñar ese papel esencial. Reclama la solidaridad pública para los tan necesarios cambios en las políticas que regulan la selección, la preparación, las trayectorias profesionales y la organización de los docentes y de su profesión.
La docencia como profesión colaborativa y basada en la investigación
Las prioridades del informe son dignas de elogio y de urgente necesidad. No obstante, algunas consideraciones adicionales podrían aportar nuevos matices al informe de la Comisión si se les concediera una mayor importancia. El informe podría destacar que es necesario reformar los planes de estudios de la formación docente de modo que estén mejor armonizados con las nuevas expectativas respecto a los conocimientos con los que deben contar y las funciones que deben desempeñar. Es importante además reconocer que la colaboración es un aspecto inherente a la docencia y se debe tener en cuenta el papel que los alumnos desempeñan en dicha colaboración. Asimismo, debe reflexionarse en mayor medida sobre qué se necesita para que los docentes estén adecuadamente dotados para cumplir una función esencial en la producción de conocimientos y la investigación educativa.
Reformar los planes de estudios de la formación docente
El informe recomienda con acierto que los docentes trabajen más a menudo en equipos con el objetivo de mejorar su participación en la producción de conocimientos, la reflexión y la investigación, y sugiere adicionalmente que estos participen en los debates públicos, diálogos y políticas educativas. Sin embargo, para lograr este objetivo quizá sea necesario llevar a cabo un examen transnacional más exhaustivo de los planes de estudios de la formación docente. Esto podría ayudar a desvelar las oportunidades de aprendizaje que ofrecen los programas de formación para docentes y que pueden respaldar la capacidad de acción y solidaridad de estos como nuevo pilar en todo un conjunto de geografías distintas. La investigación puede ilustrar, cómo, dónde y si los docentes del hoy y del mañana están preparados para involucrarse a fondo en esta labor esencial durante su formación docente inicial, desarrollo profesional continuo, y más allá de estas fases. Entre algunos ejemplos prometedores cabe destacar los enfoques ensayados de manera empírica en contextos de desarrollo como la Escuela Nueva Activa (ENA) y otros modelos activos de aprendizaje como las aulas invertidas.
Por otra parte, habida cuenta de que los docentes deben estar preparados para introducir una serie de nuevas competencias en sus perfiles profesionales, debe prestarse mayor atención a otras formas de apoyo docente. Por ejemplo, para desafiar las listas normativas de “obligaciones” que han caracterizado en el pasado la política docente vertical, los docentes deben poder dar su opinión, tener capacidad de acción y participar en diálogos sociales a través de sus representantes y asociaciones sindicales oficiales. Los docentes deben convertirse cada vez más en líderes como administradores y profesionales de la autonomía pedagógica, la investigación y la participación pública.
Reconocer la importancia de la colaboración docente-alumno
Por definición, la docencia nunca ha sido una práctica solitaria. En general, los docentes no solo colaboran entre ellos, sino que también lo hacen con sus alumnos. Investigaciones anteriores ponen de manifiesto que la docencia tiene un carácter inherente de colaboración e interacción con los alumnos. No todos los docentes gestionan eficazmente este recurso; sin embargo, para una docencia satisfactoria se requiere la armonización con las normas de buenas prácticas como “conseguir y mantener el orden y las actividades direccionadas en el aula, captando la atención y el interés de los alumnos y garantizando que saben cómo se espera que actúen, que comprenden el contenido de las clases, etc.”[1]. El informe, que reconoce la importancia de colaboración entre docentes, no considera que los alumnos sean un recurso fundamental y deja de lado la importante conclusión de que los alumnos pueden enseñar y evaluar a sus compañeros y a menudo lo hacen, lo que mejora los resultados académicos. Los docentes aptos pueden utilizar evaluaciones formativas para respaldar esta práctica, creando en consecuencia comunidades de aprendizaje auténticas en sus aulas. Este aspecto de la educación puede convertirse en otra dimensión del nuevo contrato social para la educación: respaldar la capacidad de acción del alumnado en su aprendizaje y la colaboración con los docentes y otros alumnos en la promoción de redes de aprendizaje más amplias y mejores.
Fomentar la capacidad de investigación docente
La investigación colaborativa en el plano mundial en el que docentes, formadores de docentes e investigadores de distintas disciplinas estudian diversos modelos educativos es también esencial y debe constituir el primer paso para la creación de un nuevo contrato social para la educación. Debe hacerse hincapié en la investigación de acción en el aula para lograr un cambio eficaz y a nivel de la capacidad de acción: esto hace referencia a los métodos de investigación evaluativos, investigativos y analíticos confeccionados para diagnosticar problemas y deficiencias y ayudar a los formadores a formular soluciones prácticas. Entre tanto, los docentes también deben participar en mayor medida en la investigación académica y sistemática con el fin de mantener un escrutinio adecuado y permitir a los formadores influenciar las políticas. Dado que ambos tipos de investigación son esenciales para ayudar a los profesionales (incluidos los docentes) a reimaginar un mejor futuro para la educación, desarrollar las capacidades de los profesionales para que se involucren en la investigación de acción y sistemática es primordial. Estas competencias no son iguales a de las que se precisa para garantizar una docencia reflexiva, pero no por ello serán menos fundamentales para la labor profesional de los docentes para desarrollar prácticas de docencia flexibles y que se ajusten al contexto.
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