A medida que el alumnado regresaba a las aulas tras los cierres relacionados con la pandemia, gran parte del profesorado observó que el juego les ayudaba a volver a la práctica diaria del aprendizaje. Sus experiencias se suman al creciente número de pruebas de investigaciones sobre cómo aprender mediante el juego puede desarrollar habilidades y destrezas como la creatividad y la colaboración.
Docentes y expertos pusieron en común sus perspectivas al respecto durante una de las sesiones del 13er Foro de Diálogo sobre Políticas en materia de innovación, organizado por el Equipo Especial Internacional sobre Docentes para Educación 2030, en Kigali (Rwanda), a principios de este mes. Para ver la sesión, haga clic en este enlace.
¿En qué consiste aprender a través del juego?
Según Ruth Mbabazi, del programa Aprendamos a través del Juego (Let's Learn through Play) de Voluntary Service Overseas (VSO), “el juego es una actividad alegre: los niños se expresan con placer. El juego es socialmente interactivo: los niños se comunican, entablan relaciones y pueden trabajar conjuntamente. El juego es iterativo: prueban y vuelven a probar lo que conocen y lo hacen investigando distintos conceptos”.
“Existen pruebas de que, gracias a estas características, los niños aprenden mejor y con mayor profundidad”, apuntó Lieve Leroy, de la Asociación Flamenca de Cooperación al Desarrollo y Asistencia Técnica (VVOB - educación para el desarrollo). “El aprendizaje no solo consiste en adquirir conocimientos y destrezas académicos, sino en estimular el desarrollo de un conjunto diverso de capacidades tales como las habilidades emocionales, sociales y físicas. El juego facilita este desarrollo integral”.
Durante los confinamientos, gran parte de la infancia perdió oportunidades para jugar. Durante esta sesión, el profesorado relató de qué manera el aprendizaje basado en el juego había sido fundamental para la reconstrucción del bienestar mental, al permitir al alumnado volver a expresar la imaginación y la curiosidad y desarrollar habilidades como la persistencia y la resolución de conflictos.
En palabras del docente Eric Ndayishimiye, “los enfoques basados en el juego crearon un espacio para la colaboración. Ayudaron a animar la autorregulación mediante el control del comportamiento, de las emociones y de los pensamientos propios al tiempo que trataban de alcanzar sus objetivos a largo plazo”.
No obstante, si bien los progenitores entienden instintivamente el valor del aprendizaje a través del juego para los niños de muy corta edad, no todo el mundo comprende que este planteamiento es igualmente aplicable a todos los niveles educativos. Con frecuencia, los progenitores apoyan el juego en la etapa preescolar, pero se resisten a los intentos del profesorado de introducir la ludificación en primaria y en niveles superiores.
Conseguir el apoyo de los progenitores
Durante el cierre de los centros educativos, el juego con los progenitores ayudó a que los niños siguieran aprendiendo en casa. Tal y como señaló Hugh Delaney, de UNICEF Rwanda, “cuando las escuelas vuelvan a abrir, una visión común del aprendizaje a través del juego permitirá reforzar las interacciones con los progenitores y servir de punto de entrada para implicarlos más en la educación de sus hijos”.
El juego también preparó a los niños para futuras perturbaciones. Gracias al juego, los progenitores ayudan a los niños a desarrollar un amplio abanico de habilidades como la planificación, la autosupervisión, el autocontrol, la gestión del tiempo y la autorregulación. Estas destrezas ayudan a contribuir a la resiliencia de los niños, para que así se vean menos afectados por las crisis.
Es fundamental encontrar la vía correcta para llegar a los progenitores. Lieve Leroy relató la experiencia del trabajo de VVOB con la Unión de Mujeres de Viet Nam para conseguir que las comunidades apoyaran al profesorado a la hora de introducir un aprendizaje más basado en el juego en las clases.
Los docentes también necesitan contar con un apoyo más amplio en lo que al entorno político se refiere: desde el ámbito local al nacional, desde el desarrollo del plan de estudios hasta la formación del profesorado, pasando por los presupuestos y la inspección y la evaluación. Para ello es necesario un cambio de mentalidad que se aleje de la idea tradicional de que los docentes son maestros del conocimiento y en el se que se los perciba más como facilitadores del aprendizaje. Es preciso que todas las partes implicadas vean a los niños como actores competentes respecto de su educación, y no como recipientes vacíos.
Durante la sesión, el profesorado señaló la importancia de relacionar de manera explícita una visión común del desarrollo infantil con el sistema y el plan de estudios educativos. Durante esta actividad también se hizo hincapié en el apoyo a los procesos participativos destinados a desarrollar herramientas para el aprendizaje a través del juego que reflejen las experiencias locales y el legado cultural.
Enseñar la técnica
Entre las cuestiones principales cabe mencionar si el aprendizaje a través del juego debe ser optativo u obligatorio, qué capacitación práctica se necesita y cómo evaluar las competencias infantiles de forma más general, más allá de la mera alfabetización y la aritmética.
A este respecto, Lieve Leroy declaró que “los docentes necesitan un entorno en el que puedan equivocarse, en el que puedan probar cosas y sentirse seguros al hacerlo. La inspección y la evaluación deben ir en consonancia con ese enfoque”.
Los participantes en la sesión examinaron la función que desempeña la innovación tecnológica y coincidieron en que puede ser de gran valor para mejorar el aprendizaje a través del juego. Las animaciones, las aplicaciones multimedia y la ludificación pueden dar vida a conceptos y ayudar a que los niños aprendan con entusiasmo y de forma inconsciente.
Clement Kabiligi, de la Imbuto Foundation, expuso de qué manera, gracias a las aplicaciones bien diseñadas, se ofrecen los incentivos correctos al alumnado: “Las aplicaciones reconocen y elogian a los niños cuando aciertan en las respuestas, pero, incluso cuando no responden correctamente, no se frustran, puesto que las aplicaciones, de forma creativa, los motivan a volver a intentarlo hasta dar con la respuesta correcta”.
Volver a la esencia del juego
No obstante, los participantes también convinieron en que la tecnología no es esencial para el aprendizaje a través del juego. En palabras de Emmanuel Murenzi, de International Education Exchange (IEE), “no necesitamos dispositivos. Yo juego al escondite con mis hijos... Ayudamos a que los progenitores lo entiendan y vuelvan a lo básico: juegos, canciones, deportes, todo eso”.
Los participantes en la sesión señalaron las competencias que necesita el profesorado para implantar el aprendizaje a través del juego. Según Clement Kabiligi, ser divertidos es una de esas habilidades, puesto que “si no hay diversión, el aprendizaje basado en el juego simplemente parecería un listado de tareas por realizar, no resultaría nada atractivo”. David Rugaaju, de Right to Play, presentó ejemplos como “la capacidad de crear un entorno lúdico” y “saber cómo permitir al alumnado llevar la iniciativa en su proceso de aprendizaje”.
Para desarrollar estas competencias, los docentes necesitan contar con un apoyo eficaz y un entorno permisivo para ello; ello significa que todas las personas a su alrededor —desde las partes institucionales hasta los progenitores de las comunidades— deben estar sensibilizadas con respecto a la importancia del aprendizaje a través del juego.
Crédito fotográfico: Save the Children